–También diferencias de desarrollo entre dos ciudades–
Gastón Monge
Nuevo Laredo, Tamaulipas.- Entre montones de basura, pequeños arroyos de aguas pestilentes y peligrosas brechas cubiertas de maleza, se ve como el torrente del río Bravo aumentado por una inusual creciente en esta temporada del año, deja al descubierto su verdadero rostro: un río muy contaminado y peligroso.
Casi al mediodía, de medir poco más de medio metro de profundidad, en pocas horas aumentó a 2.5 metros, y seguía subiendo debido a las fuertes lluvias del centro de Texas y el norte de Coahuila, agua que corre como bendición hacia la presa Falcón, a poco más de 100 kilómetros al Este de Nuevo Laredo.
La cuenca de esa presa se deshidrata por una sequía de tres años hasta dejarla con solo un 12 por ciento del total de su almacenamiento, cantidad crítica por su enorme importancia para el riego y para el consumo humano, de acuerdo a datos de la Comisión Internacional de Límites y Aguas (Cila).
Desde el anuncio de su creciente, el monitoreo es constante. Empleados de la Secretaría de Bienestar, así como de Cila y de Protección Civil de esta ciudad llevan a cabo su vigilancia y medición, en coordinación con los bomberos de Laredo, Texas, que en una lancha hacen recorridos constantes para prevenir a paseantes y migrantes que no se acerquen ni se metan al caudal, porque la corriente es muy fuerte y peligrosa.
“Estamos haciendo un recorrido por las partes bajas para observar la creciente del río”, dijo uno de los empleados de Bienestar que no se identificó pero cuyo chaleco certificó su identidad. Era acompañado por otro empleado y su coordinadora que no bajó de una camioneta con el logo de dicha dependencia federal.
Poco a poco el río fue creciendo en su caudal, y de metro y medio pasó a dos y medio hasta posiblemente subir hasta los tres y medio metros en su cresta, según el cálculo de organismos especializados que realizan el monitoreo.
La creciente del río era observada por curiosos y pescadores que admirados observaban el fuerte torrente que arrastraba lo mismo ramas de árboles caídos como prendas de vestir y todo tipo de basura y contaminantes que dejaban en el ambiente un ligero hedor a pescado muerto.
Un rio que divide dos mundos diferentes
Pero el río Bravo no solo es agua, basura y contaminación. En su margen del lado mexicano hay decenas de brechas que sirven de refugio para migrantes que esperan cruzar hacia el lado norteamericano, al menos así se nota por la gran cantidad de prendas que dejan cuando se sumergen en sus aguas.
Son brechas que también sirven de escondite para traficantes de humanos, y se nota por varios tejabanes de madera y cartón que son utilizados por grupos de jóvenes que ahí se reúnen ante la ausencia de la policía.
El recorrido realizado por este reportero fue de ida y vuelta desde el parque Viveros hasta después de los dos puentes internacionales, en un tramo aproximado a los cinco o seis kilómetros, tramo en el que se observó una intensa actividad en el lado estadounidense de varios vehículos de la Patrulla Fronteriza y un par de lanchas de motor que fueron observados desde estrechas brechas cubiertas de espesa maleza y carrizo.
Entre los dos puentes la actividad de curiosos por ver la creciente le dio vida a este sitio, y mientras unos pescaban, otros descansaban y otros más se acercaban a la orilla para ser testigos de esta creciente que poco a poco subía por una escala métrica marcada en uno de los gruesos pilares que sostienen ambos puentes internacionales
Sinuosos y lodosos caminos casi impenetrables a pie permiten observar a distancia el gran contraste que existe entre dos mundos diametralmente diferentes, el primer mundo y el tercer mundo.
Una ciudad texana que desde la orilla mexicana muestra a escasos metros del río una bullante actividad económica con sus ‘Outles’ o plaza comercial que cobija decenas de tiendas departamentales que venden lo mismo finas prendas de vestir, que calzado de exclusivas marcas y locales de comida rápida para quienes no tienen tiempo de comer algo más elaborado.
Al llegar a Laredo de inmediato se nota el desarrollo en sus calles limpias, bien planeadas, bien pavimentadas, y grandes avenidas que empujan al paseante que llega desde México hacia el área noreste, la de más crecimiento económico en donde están los grandes almacenes de ropa, enormes supermercados y amplias y exclusivas zonas residenciales de magnates, millonarios y políticos adinerados.
Tal vez ese desarrollo se deba a que la ciudad de Laredo cuenta con uno de los presupuestos más elevados de la frontera sur de Texas. Los 900 millones de dólares aprobados para el presente año fiscal representan 235 millones más que el año fiscal anterior, y son muestra de su debida aplicación en obras y servicios para el bienestar de la comunidad laredense.
Gran parte de este dinero es utilizado para fortalecer la seguridad pública, la salud y mejorar la calidad del agua.
El contraste
En el lado mexicano la pobreza sale a flote al momento de cruzar los puentes internacionales. Calles estrechas, algunas destrozadas por obras inconclusas de hace tiempo, y otras llenas de baches y hundimientos que ponen en riesgo la vida útil de vehículos que cruzan por ellas.
A diferencia de los 900 millones de dólares con que cuenta la vecina ciudad estadounidense, algo así como 16 mil millones 868.905 pesos, el presupuesto asignado para este año para Nuevo Laredo es de 4 mil 555 millones 347.201 pesos, cantidad que es duramente criticada por la oposición a este gobierno y parte de la sociedad, al no verse reflejada debidamente en la infraestructura urbana.
Aunque el gobierno municipal hace esfuerzos por mejorar la imagen urbana a través de importantes inversiones en obras viales y pluviales, su escasa calidad pone en duda la eficacia del titular de Obras Públicas, cuando fue el autor de obras muy criticadas durante el gobierno municipal 2013/2016.
Sin embargo el gobierno municipal hace esfuerzos por invertir en lo que considera la base de la actual administración, que es invertir en salud y en educación, rubros que la han dado más que imagen, simpatía a la alcaldesa Carmen Lilia Canturosas, quien hace eco del gobierno federal con la aplicación de todos los programas sociales de ayuda a la comunidad a través de becas, despensas y apoyos institucionales.
Son apoyos a personas marginadas que habitan en colonias en ocasiones con servicios públicos deficientes por vivir en áreas hasta donde el progreso y el bienestar aún no llegan, porque en algunos sectores de esta ciudad la marginalidad aún tiene olor y sabor; a pobreza.