Fidel y la guerrilla mexicana

Fidel y la guerrilla mexicana

Tiempo de Opinar

Raúl Hernández

El dictador cubano apoyó al PRI

-Les dio la espalda a los guerrilleros mexicanos

 

 

 

Tiempo de opinar

Raúl Hernández Moreno

25-julio-2025

 

A propósito del retiro de las estatuas de los criminales Fidel Castro y Ernesto Guevara, que estaban en la banca de una plaza de la alcaldía Cuauhtémoc, queremos recordar aquí, el trato que más de medio centenar de guerrilleros mexicanos recibieron de parte de la dictadura cubana, en la década de los años setenta del siglo 20.

Durante la llamada Guerra Sucia, durante la cual el gobierno mexicano, realizó una guerra de exterminio en contra de los grupos guerrilleros que, con las armas en las manos, buscaron implementar el socialismo en el país, 54 guerrilleros terminaron refugiados en Cuba.

Algunos fueron canjeados a cambio de la liberación de personajes, otros secuestraron un avión. Los guerrilleros escogieron Cuba, creyendo que porque su gobierno surgió de la guerrilla, no solo los recibiría como héroes, sino que, además, les brindaría capacitación, armas, dinero, para que regresaran a México, a seguir combatiendo.

Pero la historia no fue así.

En Cuba, los guerrilleros se sintieron defraudados por la falta de apoyo del gobierno castrista que prefirió mantener amistad con el gobierno mexicano, que apoyar una revolución socialista. Además, al ingresar a la isla se les inscribe como invitados del Instituto Cubano de amistad con los pueblos, no como exiliados.

Guillermo Robles Garnica, fue uno de los 30 guerrilleros excarcelados como una de las condiciones de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo, que en mayo de 1973 secuestraron al cónsul de los Estados Unidos en Guadalajara, Terrance George Leonhardy. Fueron enviados a Cuba y antes de que eso pasara se preguntaba: “Y en Cuba, ¿qué voy hacer? Durante ¿cuánto tiempo? Y a Cuba, ¿por qué?, si la prensa informa que los últimos guerrilleros prefieren otros destinos como Yemen del Sur y Argelia. Pero viajar será una experiencia muy interesante, tan anhelada al principio de la Revolución; conocería mucha información de los países de la URSS…Salir sin despedirme de nadie.”

Ya instalado en Cuba, “empezaron a pasar las semanas y poco a poco fuimos comprobando que el aislamiento e incomunicación con nuestras familias y camaradas era total: no hubo contacto con ninguna persona por parte de los compañeros, a excepción de José M. Ortiz Vides que era guatemalteco y con sus relaciones internacionales podía escribir cartas y enviarlas vía Europa…sin, las respuestas, ¿cuándo y con quién llegarían?

Ante este negro y lejano panorama, las condiciones estaban dadas para las discrepancias entre los 30 excarcelados por la FRAP (Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo), más 10 camaradas de Monterrey de la LCA (Liga Comunista Armada), más otros nueve compañeros de la ACNR (Asociación Cívica Nacional Revolucionaria) del Estado de Guerrero; más tres que llegaron en un Aero secuestro y otros dos más con sus dos niños de origen chicano. Era muy normal, ¿cómo se podrían evitar? Imposible. Yo me reprochaba y lo pensé toda la noche en mi celda: “¡Quédate en la prisión!”.

Para colmo, el ministro del Interior, comandante   Manuel Piñeiro Barbarroja les dijo, sin tapujos, que la actitud del gobierno cubano sería de “absoluto aislamiento y mordaza a todos los disidentes del régimen del PRI”. Les aclara, además, que “las relaciones diplomáticas entre el Estado cubano y el mexicano son prioridad para la revolución, planteando además que en la isla no se realizaban entrenamientos militares para extranjeros, obviando que no estarán dispuestos  a colocar en jaque la simpatía de las autoridades aztecas por un puñado de tránsfugas de la utopía, desmoronando por completo el inocente objetivo de la FRAP de convocar a los excarcelados en la Cuba Socialista  para que preparasen desde ahí su regreso a México para obtener  la liberación, como en su momento lo  hiciera Fidel Castro a la inversa, allá por julio de 1955, además de la imagen perfectamente cultivada, adornada y tatuada por el Estado mexicano  de ser originario del primer movimiento social del siglo XX”.

A finales de los setentas, César Yáñez, Hermano Pedro, de las Fuerzas de Liberación Nacional, viajó a la Ciudad de México y se entrevistó con el embajador cubano Joaquín Hernández Armas a quien le solicitó ayuda para formar un grupo guerrillero, a lo que el diplomático se negó y los calificó de “un grupo de locos aventureros”.

El gobierno castrista mantenía vigilados a los guerrilleros. No había forma de regresar a México y continuar la lucha armada, con el apoyo cubano. La revolución cubana podía exportarse a Bolivia y Angola, pero de ninguna manera podía hacérsele una grosería al gobierno mexicano, apoyando a la guerrilla que quería derrocarlo, porque el gobierno mexicano protestó siempre por el bloqueo comercial a la isla por parte de los Estados Unidos y había que apoyarlo, sobre todo por la amistad entre Fidel Castro y Fernando Gutiérrez Barrios. Esta amistad nació en 1956, luego de que Fidel Castro fue detenido el 21 de junio de ese año, en el cruce de las calles Mariano Escobedo y Kepler, en la zona de Polanco, en la Ciudad de México, por agentes de la Dirección Federal de Seguridad.

Fidel Castro Ruz, de 29 años, viajaba en un coche Packard verde, modelo 1950, junto con otros cuatro hombres. En el crucero citado, Fidel bajo del coche y justo en ese momento fue detenido por agentes de la DFS que lo vigilaban desde tiempo atrás. En los siguientes días fueron detenidos otros 22 individuos que participaban en la organización de la revolución para derrocar al dictador cubano Fulgencio Bautista.

Entre los detenidos estaban Raúl, hermano de Fidel, y el argentino Ernesto Che Guevara. De la detención dio cuenta en un informe interno el capitán de la DFS, Fernando Gutiérrez Barrios quien un mes después autorizó la libertad de los guerrilleros cubanos que continuaron su entrenamiento militar en tierras mexicanas y el 25 de noviembre de ese 1956 salieron de Tuxpan, Veracruz rumbo a Cuba y tres años después lograron derrotar a Fulgencio Bautista y la isla pasó de una dictadura de derecha a una dictadura de izquierda.

En recuerdo por el apoyo facilitado por Gutiérrez Barrios, ya como dictador Fidel Castro financió a grupos guerrilleros en Latinoamérica, pero jamás a la guerrilla mexicana, porque sentía agradecimiento a México y a Gutiérrez Barrios. En cambio, mientras Fidel permanece detenido por la DFS, el agente Arturo Durazo se dedica a torturarlo. Les mete un palo en el ano a Fidel y al Che, les aplica toques eléctricos en los testículos y los sumerge en una pileta de agua, hasta casi ahogarlos.

Tarde se dieron cuenta los guerrilleros mexicanos que de Cuba no podían esperar ninguna clase de ayuda, ni en armamento, entrenamiento o recursos monetarios. Quizá por esa razón el 22 de enero de 1974, la Unión del Pueblo estalló un artefacto explosivo en la embajada cubana de la Ciudad de México.

Entre el 16 al 22 de agosto de 1975, Luis Echeverría realizó una visita oficial a Cuba, acompañado de una veintena de funcionarios, entre ellos el canciller Emilio Rabasa, el jefe del Estado Mayor Presidencial, Jesús Castañeda Gutiérrez y el subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, viejo amigo de Fidel Castro y el Che Guevara. A Echeverría y su hijo Adolfo los pasearon en un auto descapotable, al lado de Fidel, por las calles de La Habana. Para los expatriados mexicanos debió ser muy duro ver el trato amable y cordial que el gobierno revolucionario le otorgaba a Echeverría, mientras que a ellos los mantenían aislados.

Había “un pacto tácito entre el gobierno cubano y el mexicano, de que el primero no interviniera en asuntos internos de México, especialmente equipando o adiestrando guerrillas, y a cambio, México siempre conservaría el apoyo a Cuba en los órganos internacionales. Ambos países cumplieron el acuerdo, y las guerrillas socialistas en México no obtuvieron el apoyo que creían que vendría de la isla, y, sobre todo, de los hombres guerrilleros que eran su modelo a seguir”.

Decepcionados de Cuba, algunos guerrilleros consiguieron su traslado a Corea del Norte y a Yemén.

El guerrillero mejor tratado por la dictadura castrista fue el periodista Mario Menéndez, fundador, en 1968, de la revista ¿Por qué?, que se convirtió en vocero de los grupos guerrilleros. Años antes, triunfante la revolución cubana, viajó a Cuba y Castro le dio una entrevista, lo que le abrió las puertas con guerrilleros de Centroamérica.

En 1970, Menéndez fue detenido por las autoridades mexicanas, acusado de haber creado el grupo guerrillero Ejército Insurgente Mexicano. En 1972, fue liberado y enviado a Cuba, luego de que el guerrillero Genaro Vázquez secuestro al Rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, Jaime Castrejón Díez, y a cambio de su liberación, exigió la libertad de nueve guerrilleros presos, entre ellos su cuñada Consuelo Solís y Menéndez.

Ya instalado en Cuba, Menéndez permaneció nueve años viviendo en un hotel y fue condecorado por el gobierno castrista.

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